Manuel siempre me habla del artículo de Rodrigo Terrasa donde se habla sobre “La sociedad del sándwich mixto”, un concepto que expone por qué los mediocres dominan el mundo.
Inspirándome en esa sabia reflexión, este mes y medio que llevo tras la barra de un bar he podido observar lo que yo he acuñado como la “sociedad del menta poleo”. La gente que va a un bar y se pide un menta poleo sin tener dolor de barriga, ¿qué está haciendo con su vida? Es decir, ¿qué objetivos vitales tiene?, ¿cuáles son sus estándares de felicidad?, ¿qué está poniendo de su parte para alcanzarlos? Obviamente tomarse un menta poleo no. Si eres un Sim y tienes la barra de la felicidad a medio rellenar, ir a un bar y tomarte un menta poleo te suma un total de cero puntos para mejorarla. No me imagino a Elvira Lápida tomándose un menta poleo bien caliente para poder tener una excusa y estar más tiempo en una cafetería.
Esta gente no exprime la vida, no exprime ni el limón que le ponen en la infusión. Son la misma gente que tiene cuenta en Instagram y TikTok pero a la primera no suben nada desde 2019 y en la segunda tienen un perfil de stalker porque “ellos bailes no hacen”. Sin embargo, si le observásemos las estadísticas de uso de estas apps veríamos que se han pasado tres horas al día, cuatro los domingos, revisando reels de conocidos y gatos. No me fío de esa gente. Si te metes en algo, participas como todos. A la vida no se viene a mirar.
Uno viene a la vida a jugársela y a intentar disfrutar. ¿Cuántos espermas han muerto en combate para que el puñetero ganador esté ahora, con treinta y cinco años, tomándose un menta poleo hirviendo en medio de sus vacaciones en Mallorca? Si te tienes que tomar un Espresso Martini un jueves pues te lo tomas, si te quieres comer un bollo el domingo pues te lo tomas y, por supuesto, si tienes que subir un vídeo bailando en el espejo del baño pues lo subes ¡coño! Más vergüenza dan otras cosas. Sí, la gente que bebe menta poleo goza de buena vergüenza. Cito a Samantha Hudson cuando digo: “La vergüenza no hay que sentirla, hay que darla y darla toda hasta que te queden sin y seas una sinvergüenza”
La sociedad del menta poleo es una sociedad que no se moja. ¡No hay cosa que más me desquicie que la gente que no se moja! Ahora que son elecciones, ¿nos va a salvar esta gente de la ultraderecha? ¡No, por supuesto que no! Porque “yo no sé si voy a ir a votar porque la política no es algo que vaya conmigo”
Esta gente va a un bar a hablar de cosas negativas pero nunca a buscarles solución. Salen peor que lo que han entrado puesto que nunca les va a parecer bien el precio al que han tenido que pagar su insatisfactoria bebida. “Si solo es agua” dicen. Mucho dicen, poco hacen. La vida pasa mientras se les enfría la infusión.
Dice mi psicóloga, a la que por supuesto le he contado mi teoría, que yo no pertenezco a esta sociedad. Todo un alago por su parte y una obviedad por la mía. He quitado el menta poleo del menú de las bebidas.
Buenísimo, Marta. Ni un menta poleo más.
Bravo.