Con mis amigos me envío recetas. A veces, llego a hacerlo con desconocidos también. No quiero decir con eso que si un día te tropiezas conmigo en un semáforo pueda llegar a bajar la ventanilla del coche y estirar el brazo hasta estar cerca de desencajarlo del hombro, para llamar a la tuya y poder deslizar por la pequeña ranura que has abierto atónito un post-it de los que usaba yo antes para mis workshops con una receta escrita a boli Bic porque te he visto cara de comer soso o mal. Lo que sucede es que en Instagram hablo con gente que no he visto nunca en persona, todavía. Gente muy maja a la que le gusta comer, le gustan las flores, le gusta el café y las cafeterías o le gusta viajar a los mismos lugares que a mí. Con esa gente me paso infinitas recetas.
Comparto mis recetas.
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Con mis amigos me envío recetas. A veces, llego a hacerlo con desconocidos también. No quiero decir con eso que si un día te tropiezas conmigo en un semáforo pueda llegar a bajar la ventanilla del coche y estirar el brazo hasta estar cerca de desencajarlo del hombro, para llamar a la tuya y poder deslizar por la pequeña ranura que has abierto atónito un post-it de los que usaba yo antes para mis workshops con una receta escrita a boli Bic porque te he visto cara de comer soso o mal. Lo que sucede es que en Instagram hablo con gente que no he visto nunca en persona, todavía. Gente muy maja a la que le gusta comer, le gustan las flores, le gusta el café y las cafeterías o le gusta viajar a los mismos lugares que a mí. Con esa gente me paso infinitas recetas.